Hemos encontrado este mas que interesante artículo que nos enseña como debe ser mirado un cuadro. Un post de Guillermo Martí Ceballos, que nos acerca mas al mundo del arte sin necesidad de ser un entendido en arte pictórico. Esperamos que os guste tanto como nos ha gustado a nosotros:

 

 

……hay algunos conceptos y reglas que pueden ayudarnos a saber mirar un cuadro y a comprender mejor, no su belleza que como digo se tiene que contemplar con el corazón y la emoción subjetiva de cada uno, sino más bien a analizar el porqué y cómo un artista consigue mediante una serie de elementos y técnicas (podríamos decir en un sentido más vulgar “trucos) atraer la atención del espectador y crear una armonía en la superficie pictórica.

Los elementos más importantes que hay que tener en cuenta a la hora de valorar un cuadro (obviamente siempre me referiré con el término “valorar” a su calidad pictórica, no económica) son el tema o motivo, la composición, el dibujo (contorno, línea), el color (tono y valor), así como la técnica y el estilo, sin olvidarnos de factores más subjetivos o diría más espirituales, a mi entender los más importantes, como la creatividad y el buen gusto. Voy a desglosar y comentar mi particular visión sobre cada elemento e intentar analizar hasta que punto es posible apreciar a través de ellos tanto el papel relevante que desempeñan, de que manera nos pueden servir para valorar mejor la obra así como los posibles errores que podemos observar.

 

EL TEMA O MOTIVO

El tema o motivo de la obra tiene a mi entender una importancia relativa. Lo más importante es cómo se pinta y no qué es lo que se pinta. Sobre este tema ya he comentado mi parecer en “Realismo, expresionismo y abstracción”. Sin embargo aunque para mi el motivo tiene una importancia relativa, sí que deben evitarse algunas temáticas desfasadas, absurdas, rebuscadas, cursis e incluso desagradables; por ejemplo hay algunos pintores que pintan escenas propias del siglo XIX, carrozas con caballos y gente vestida de otras épocas; a mi entender un artista debería elegir los motivos adaptados a su tiempo. Otros pintan escenas y temáticas plagiadas como por ejemplo mujeres vestidas de blanco en la orilla del mar, mediocres imitaciones de Sorolla de una cursilería patética y también fuera de lugar; los hay que pintan caballos blancos galopando por un lago o casitas bucólicas inexistentes en paisajes de cuentos para niños de mala calidad. En la mayoría de los casos esos temas son pintados con colores irreales y faltos de armonía, con pincelada manierista y relamida. No os dejéis impresionar por estas estampas bucólicas, “cromos” yo los llamo, que carecen de cualquier interés o valor artístico. Por motivos obvios no voy a poner ningún ejemplo, pero muchos de vosotros ya sabéis a que me refiero; prefiero mostraos a continuación un ejemplo de como un tema común puede ser elevado a la categoría de obra de arte.

August Macke (1887- 1914)
“Marienkirche en la nieve”, 1911
Óleo sobre cartulina, 105×80 cm.
Como podéis ver el tema poco importa: un simple paisaje urbano pero realizado con una composición original, una excelente simplificación de las formas y un rico colorido bien armonizado y en concordancia con el trazo. Sin duda “el cómo” esta realizado es el gran valor artístico de esta obra.

 

Un detalle más que puede parecer banal pero que en muchas ocasiones nos puede orientar sobre la falta de buen gusto en una pintura es la firma de su autor. Aunque no seáis grafólogos, una rubrica puede orientarnos sobre su excesivo amaneramiento (cursilería) e incluso mostrarnos las pretensiones de su autor. Una firma complicada, rebuscada, amanerada o muy ornamentada presupone una vanidad excesiva y un intento de originalidad, se diría que quiere llamar la atención o demostrarnos con su rúbrica su valía; con ello casi siempre demuestran paradójicamente esa “falta de Arte” y de buen gusto. Por lo general el artista humilde y con talento no busca este reconocimiento y su firma es sencilla, legible, sin pretensiones y sobria, su obra es para él su prioridad.
Firma de Cézanne, sobria, elegante y discreta
LA COMPOSICIÓN
La composición posiblemente podrá pasar desapercibida para el espectador, pero es uno de los factores más importantes que el artista utiliza para equilibrar el cuadro y hacerlo “agradable” al observador. En realidad componer es una forma de crear, o como dijo Delacroix la creación “es una manera de ver, coordinar y de reproducir la naturaleza”, sin embargo tampoco hay unas reglas concretas sobre el arte de componer. ¿Cómo saber entonces si un cuadro está bien o mal compuesto? Lo más importante es buscar el equilibrio en la distribución de las masas, es decir que los elementos existentes en el plano pictórico estén repartidos de manera que no se perciba un mayor “peso” en algún espacio que nos desequilibre la balanza; este equilibrio debe observarse tanto en las formas como en la intensidad y distribución de los colores. Platón dijo que componer consiste en hallar y representar la variedad dentro de la unidad, es decir que los elementos que componen el cuadro en cuanto a su color, forma y posición, que son diversos, estén relacionados en su conjunto y colocados de tal forma que atraigan el interés del espectador proporcionándole una sensación placentera. Debemos planificar y ordenar los elementos con un centro de interés que nos defina bien el motivo y de una forma que no sea monótona ni aburrida, es decir buscar esa variedad de la que habla Platón dentro de la unidad.

 

a                     b                      c
Un ejemplo de uno de mis cuadros con tres composiciones diferentes, los mismos elementos en diferentes tamaños y posiciones. En la primera composición (a) los espacios están desequilibrados, hay un excesivo “peso” en la parte derecha del cuadro, la figura femenina no tiene espacio por delante y no “respira” . En la segunda (b) los elementos están centrados, la disposición es monótona, la línea del horizonte queda en la mitad del cuadro, hay pues una simetría excesiva y la mujer está situada demasiado a la derecha creando desequilibrio. La opción (c) es la correcta, la puerta negra equilibra la figura femenina y la planta y por tanto los “pesos” están bien equilibrados, los elementos están unidos y al mismo tiempo hay una variedad haciendo que la composición resulte original.

 

 Aunque no hayan unas normas concretas para realizar una buena composición sí existen algunas reglas que nos pueden ayudar partiendo muchas veces de las formas básicas de figuras geométricas que siempre resultan agradables en el inconsciente del espectador, es decir, colocar los elementos principales del cuadro siguiendo unas líneas imaginarias que componen el conjunto según la intención del artista, para darle así mayor importancia a dichos elementos del cuadro. También existe la “regla de oro” (la Sección Áurea) que utilizaban los antiguos maestros para componer sus obras de grandes dimensiones de forma armónica.

 

Diego Velazquéz (1599-1660)

La rendición de Bredra/ óleo sobre lienzo,3,1 m x 3,7

Las dos líneas rojas en diagonal de los dos grupos de soldados (la bandera en especial) convergen en la mano con la llave (el objeto más importante de la obra que simboliza la entrega de las llaves de la ciudad) haciendo que nuestra vista se dirija inconscientemente hacia este punto, creando al mismo tiempo un mayor dinamismo a la escena por esa diagonal inclinada; además la línea roja vertical (centro del cuadro) también coincide con ese punto. Las líneas amarillas son la sección Aurea, una de ellas coincide con el comienzo de las lanzas. Los “pesos” de ambas secciones quedan bien equilibrados ¿Casualidades? Es muy posible que Velázquez tuviera en cuenta estas reglas para realizar su composición.

José Guerrero (1914-1991)
Observemos esta obra del pintor abstracto José Guerrero. En esta obra, a caballo entre la abstracción y la figuración, si giramos 180º el cuadro perdemos la noción del motivo y percibimos únicamente colores y formas. Nos damos cuenta de esta manera que poco importan estas figuras a nivel plástico (no a nivel descriptivo) observando la obra en toda su dimensión compositiva, llena de bellas armonías y espacios bien equilibrados. algo así como si fuese una bella composición musical.

 

 

EL DIBUJO

El dibujo (“la importancia del dibujo”)  es lo primero que un artista debe aprender, sin un buen dibujo, que es la base de cualquier representación figurativa, todo se viene abajo. Pero esto no quiere decir que el dibujo deba ser “perfecto”, el dibujo debe ir en función del color, es decir, cuando un artista ya ha aprendido la técnica del dibujo, las proporciones y el trazo ágil, puede permitirse según su criterio deformar y exagerar las formas reales para dar más expresividad al motivo, pero como digo más arriba, en función de la deformación del dibujo deberá alterarse el color real para adaptarlo a dicha deformación; un dibujo realista con colores irreales o demasiado brillantes resultará desagradable o chocante en nuestra mente, si alteramos premeditadamente el dibujo podemos y debemos hacer lo mismo con los colores para que su coherencia se corresponda, eso no causará desasosiego en nuestra mente.

 

Picasso (1881-1973)
Mujer sentada (Marie-Therese), 1937
En esta obra de Picasso se observa una fuerte deformación de la realidad: una cabeza con doble perspectiva, unas manos contrahechas y al mismo tiempo como si la modelo fuese observada desde diferentes puntos de vista. El dibujo está expresamente deformado, “mal hecho” según los cánones, pero lleno de fuerza expresiva y compuesto magistralmente. Aquí la deformación del dibujo es acorde con la deformación del color que se aleja del color local, es decir del color real de las cosas. Un rostro nunca podría ser azul si nos atenemos a la realidad, pero la relación entre ambas deformaciones de color y forma la realiza Picasso de manera paralela haciendo que la obra no resulte absurda ni incoherente sino llena de expresividad y creatividad.

 

 No os fiéis pues de un dibujo perfecto si carece de fuerza expresiva, de movimiento y sus contornos son débiles e inseguros, “saber dibujar no significa dibujar bien” sentenciaba Gauguin – y continuaba sus reflexiones asegurando que el oficio llega con la práctica y la disciplina, y siempre se podrá llegar a la precisión si el artista se empeña en ello, pero lo más importante es saber ver los errores del mal gusto, en definitiva las “faltas de Arte”. En cuanto a la línea (o contorno) puede ser fina, gruesa o desigual según la intención del artista, pero observad que sea delicada o segura, o que su trazo posea fuerza y describa con claridad el objeto representado; un dibujo puede ser muy sencillo y con pocas líneas expresar y describir mejor el motivo que otro dibujo más “acabado” pero lleno de trazos innecesarios que perjudican la belleza global de la obra. Observad a continuación que el mismo tema del Quijote y Sancho Panza puede ser representado de diversas maneras y con diversos estilos sin perder su originalidad y movimiento.

 

Dibujos de Jules David y Gustave Doré donde se impone la línea y el trazo detallista pero lleno de movimiento y expresividad.

 

Obras del gran dibujante francés Honoré Daumier que nos demuestra que también con la mancha se puede dibujar.
Tres dibujos en los que la línea es protagonista. Picasso, Dalí y Antonio Saura. El trazo es vigoroso, expresivo y con una economía de medios admirable.

EL COLOR

El color es a mi entender el elemento más importante del cuadro ya que con él se puede, además de contribuir a la composición de la superficie y dibujar mediante la superposición de los diferentes valores y tonos, transmitir emociones y sensaciones al igual que se hace con la música. Sobre el color también existen numerosos tratados y libros que nos pueden ayudar a conocer su complejidad (os sugiero “El color de Betty Edwards, el libro de la autora de “Dibujar con el lado derecho del cerebro”, el cual también os recomiendo), pero en este escrito no pretendo ni estoy capacitado para profundizar en este tema tan complejo, sino exponeros brevemente algunos conceptos quizás algo menos técnicos que pueden ayudaros a distinguir la manera de valorar y de ver la calidad o no de una obra de arte.

Ante todo el color es algo muy subjetivo que cada persona puede ver con su propia óptica; hay quién prefiere tonalidades más neutras y quién se decanta por colores más vivos; así pues no juzguéis una obra de arte en función de vuestras particulares preferencias cromáticas sino en saber ver y reconocer la armonía y bella distribución de los colores que componen la superficie del lienzo. Tampoco es muy aconsejable juzgar un cuadro porque aparezca mayoritariamente algún color preferido, hay que tener bien presente que cualquier color puede variar mucho en función del color que se ponga a su lado o incluso en cualquier lugar del cuadro; por ejemplo un color azul rodeado de amarillo se verá mucho más oscuro que si lo rodeas de púrpura oscuro, es lo que se llama la ley del contraste simultáneo; existen infinidad de relaciones entre los colores y es por ello que la magia de la pintura siempre nos puede sorprender. A propósito de estas relaciones entre los colores Paul Gauguin decía:”… puedo hacer que un dibujo parezca mayor o menor según el color del que se pinte”.

 

1 2 3
Colores simultáneos. El mismo recuadro azul tiene variaciones notables de luminosidad si está rodeado por colores diferentes. Incluso el tamaño del cuadrado azul (2) parece de mayor que los demás.

Aun siendo el color algo muy subjetivo, también existen unas reglas que explican cuales son las relaciones entre los colores que son armoniosas o no, pero al ser infinitas estas combinaciones es imposible resumirlas, de todas formas ya os he comentado que todas estas teorías las podéis encontrar en la extensa literatura que se ha escrito sobre este apasionante tema. Creo que no existe ninguna receta para crear algo bello y por lo tanto resulta muy difícil explicar como deben estar dispuestos los colores en una superficie para que sean bellos ¿Acaso alguien puede explicarnos el porqué de un buen acorde entre las notas de una melodía? No, es algo que va más allá de nuestros sentidos lo que nos proporciona la sabiduría para discernir lo verdaderamente bello de lo trivial. Cuando uno observa una obra de arte debe mirarla con los ojos de la emoción abiertos y, por el contrario, los de la razón medio cerrados, observarla sin prestar demasiada importancia a los elementos del motivo que la componen (si los hubiere). Si miramos un tapiz, un estampado de un bonito vestido, un atardecer después de la lluvia o una puesta de sol, no estamos observando detenidamente los elementos por separado, sino que nos deleitamos con el conjunto de colores y formas como si fuese un todo, y exclamamos: ¡Qué hermoso!; así debemos observar un cuadro, la pretensión de quererlo analizar todo, buscar imperfecciones, nos lleva a olvidar la obra de manera total, perdiendo así la percepción absoluta que es la disposición de los colores y las formas, que sin duda son la música del cuadro. Sin embargo esto no quiere decir que no debamos fijar nuestra atención, una vez sepamos “ver” el conjunto, en la realización técnica de la obra. Maurice Denis, joven pintor y teórico seguidor del grupo del grupo de los Nabis encabezados por Paul Gauguin nos dice: ¡Recordar que un cuadro-antes de ser un caballo de batalla, una mujer desnuda o cualquier otra anécdota- es esencialmente una superficie de colores y formas colocados con un cierto orden!”

Breton-Landscape

Paul Gauguin (1848 – 1903)
Paisaje Bretón
Mágnífico paisaje rural de la época bretona del genial artista. Observad su preocupación por crear “ese elemento nuevo” del que nos habla.”…no pinte imitando demasiado a la naturaleza – le aconseja a su amigo Schuffenecker- …piense sobre todo en la creación que resultará de todo ello”
denis-maurice
Maurice Denis (1870 – 1943)
Regatas en Perros-Guirec
Observad que en esta obra de Maurice Denis los colores son casi planos, elegidos arbitrariamente; el mar se limita a una serie de trazos ondulantes que dan movimiento al agua pero todo ello con una inventiva sublime. Como el propio artista afirma “… una superficie de colores y formas colocados con un cierto orden”…. ¡y qué orden!

 

LA TÉCNICA

La técnica será la que cada artista elija según se adapte mejor a su estilo y forma de trabajar, pero no debe influir sobre la valoración de la obra. La mayoría de los “entendidos” consideran que la pintura al óleo es la reina de los pigmentos, sin embargo creo que cada una de ellas (acuarela, gouache, acrílico, pastel, etc.,) puede ser tan valiosa como cualquier otra si se usa conociendo sus características, posibilidades, ventajas y defectos y por supuesto realizando con el medio utilizado una obra con oficio, bella y que nos transmita una emoción.

Edgar Degas (1834 – 1917)
Como podéis apreciar en la técnica al pastel Degas nos demuestra que cualquier medio empleado es tan valioso como los demás en las manos de un maestro

 

EL ESTILO

El estilo (“El asunto del estilo”) es un elemento muy importante para aprender a ver y valorar una obra de arte. Hay que tener bien en cuenta que según sea de uno u otro estilo deberá diferenciarse y observarse con diferentes criterios, es decir, cada estilo visualizarlo dentro de su contexto, pero obviamente siempre que dicha obra esté dentro de los cánones de la estética, el buen oficio y del buen gusto. Me voy a referir algunos de los estilos más comunes:

 Si el artista quiere expresarse en un estilo realista debe saber realizar un dibujo y un colorido más acorde con la realidad, de manera suelta, sin efectismos banales, y sobre todo buscando la naturalidad del modelo, una sabia elección del motivo, un colorido bien armonizado y una bella distribución de los elementos que componen el cuadro. Un artista que se exprese de forma realista no puede prescindir de un buen dibujo que se ajuste a las proporciones y la perspectiva reales; una manera de ver si el artista es un buen dibujante es fijarse en las manos, en el caso de las figuras, ya que esta parte de la anatomía tiene una dificultad añadida para plasmarlas con elegancia y realismo; también es muy importante en cuanto a su colorido que la atmósfera general del cuadro tenga una buena uniformidad en su conjunto. Resumiendo, en el estilo realista, como en todos los demás estilos, presupuesto un buen conocimiento del oficio, lo más importante es evitar los errores del mal gusto, es imprescindible no caer en la cursilería del tema y en definitiva en las “faltas de Arte” que hacía alusión Gauguin.
Gustave Courbet (1819- 1877)
Mujer en las olas
Gran exponente de la pintura realista. Su naturalismo combativo es patente en sus desnudos femeninos, donde evita las texturas nacaradas e irreales tomadas de la escultura neoclásica.
Jean-François Millet 1814-1875
La siesta
Perteneciente al realismo y naturalismo francés destaca por sus escenas rurales, donde quiere expresar la inocencia del hombre campesino en contraposición a la degradación que acompaña al ciudadano inmerso en la sociedad industrial. Fué uno de los artistas más admirados por Van Gogh

Si el artista se decanta más por un estilo impresionista, deberá continuar siendo fiel al modelo en cuanto a proporciones y perspectiva, pero podrá tener ciertas libertades de ejecución, tales como una simplificación de las formas, fragmentación de la pincelada y un colorido más vibrante y arbitrario, pero ciñéndose a los efectos que produce la naturaleza. El espectador tendrá que tener en cuenta estás libertades, pero deberá observar con exigencia una buena ejecución, seguridad y armonía en la tonalidad general. Muy importante resulta en este estilo de pintura la observación de una luz uniforme, una tonalidad general que impregne toda la obra de manera que todo esté “bañado” por la luz ambiental al igual que la que produce la propia naturaleza. Por ejemplo, un paisaje al atardecer debería estar salpicado en todos sus elementos por los colores anaranjados o rosáceos que tenga el cielo; en muchas ocasiones, un cuadro mediocre pintado en este estilo carece de estos matices produciendo una escena lumínicamente irreal en cuanto a la naturaleza se refiere ya que ésta lo “baña” siempre todo con una luz que armoniza su propia creación. Claude Monet expresa es este sentido esta fugacidad del instante: “Mi fuerza es la de saber pararme a tiempo. Ningún pintor puede trabajar más de media hora al aire libre el mismo tema si quiere ser fiel a la naturaleza. Cuando el tema cambia, hay que pararse.”

 

Monet 1840-1926
Uno de los máximos exponentes de la pintura impresionista , plasmó , “a plein air” los efectos y los cambios de la luz sobre los objetos, consiguiendo grandes armonías y variadas vibraciones lumínicas.

Pisarro, 1830-1903
Cuatro ejemplos claros de impresionismo en los que la luz del sol impregna toda la obra con las tonalidades propias del instante fugaz.

 

En cuanto a los diversos estilos de las primeras vanguardias del siglo XX, en especial el fauvismo, el expresionismo y el cubismo (el surrealismo y el arte abstracto lo trataré más abajo) se caracterizan por un distanciamiento del color real del modelo (color local), y una intención premeditada de alterar las formas de la naturaleza distorsionándolas o deformándolas para conseguir una expresividad y una síntesis mucho más enérgica, en definitiva, el artista tiene libertad para crear, partiendo muchas veces de la realidad, según sus propias sensaciones y emociones; ya no está sujeto a la perspectiva, a las formas reales ni a los colores de la naturaleza.

Una vez entendido este planteamiento, es evidente que el espectador debe juzgar estas obras con un punto de vista mucho más distanciado de los cánones académicos, si no lo hace así la obra se juzgaría con toda seguridad como incorrecta. Pero esto no quiere decir que se juzgue a la ligera y de manera arbitraria, en dicha obra entran en juego también los elementos de composición, dibujo y color como en las obras realistas, únicamente hay que analizarlos en un contexto diferente. La composición debe igualmente ser equilibrada y su “balanza” impecable; el dibujo puede permitirse libertades y no ser “correcto” académicamente hablando, pero debe tener mayor fuerza, rotundidad y una simplificación extra que supla esta “falta” de descripción del objeto otorgándole una mayor expresividad. En cuanto al color, este tipo de obras, deberán ser observadas como un mosaico de bellos colores, armonías luminosas y vibrantes que nos llegan al alma como bellas notas musicales, y esto no es tarea fácil; por otra parte se simplifica en cierta manera la observación ya que no existe la “distracción” del dibujo realista que nos puede hacer exclamar: ¡Qué bien hecho está, es igual que la realidad! Cuantas veces he escuchado esta frase que parece ser tiene muchos adeptos. No, rotundamente no, aquí no se trata de imitar la realidad, sino de transmitirnos con bellas armonías y formas las imágenes que el artista ha tamizado en su interior para mostrárnoslas en su forma más pura, esencial y expresiva. En casi todas estas obras, expresionistas pero también figurativas, los objetos y motivos siguen siendo reconocibles, es ese “crear un elemento nuevo partiendo de la naturaleza”, pero como siempre en toda obra que se precie se deben evitar los errores del mal gusto y las ya mencionadas “faltas de Arte”.

Matisse,
La raya verde (1905) – Derain, El puente Weistminster (1906)


Dos ejemplos claros del fauvismo, la exaltación del color a partir de las sensaciones interiores que provoca la propia naturaleza.

Jawlensky, Shokko (1910) – Kirchtner, Escena en Berlín (1913)
Dos representantes del expresionismo ruso y alemán. Al igual que los fauvistas franceses el color y la línea contundente son utilizados para transmitir una visión interior del exterior de manera expresiva y profunda.
Picasso, Mujer con abanico (1910)
Una nueva manera de esquematizar la realidad, la forma simplificada y geométrica, la perspectiva alterada con puntos de vista simultáneos, otra manera de estimular la imaginación del espectador.

 

Desde otro punto de vista debemos valorar el surrealismo que yo definiría como una transfiguración del arte realista elevado a un nivel onírico, diría que casi metafísico en el que el subconsciente y la imaginación descriptiva juegan un papel primordial; no obstante es un movimiento absolutamente contrario al realismo en su concepto, pero como en este se debe dominar el dibujo, la perspectiva y la composición; por tanto para apreciar y valorar un cuadro surrealista debemos fijarnos en la belleza de la línea, el color bien armonizado y en concordancia con lo que se relata y una composición que nos sorprenda en igual medida que la historia que se cuenta; y aquí sí que la descripción de la historia, del pensamiento del artista es importante plasmarlo con un acertado simbolismo que nos intrigue, que nos haga pensar y entrar en el mundo onírico que el artista ha pretendido. No basta con pintar objetos dispares y absurdos y colocarlos sin tener una relación con lo que se quiere contar; el pintor surrealista podríamos decir que es un pensador, un relatador de sueños y por tanto las historias debe hacerlas “creíbles”, imaginativas y que nos transporten a un lugar en el que las participan imágenes ambiguas y – según palabras de Breton – “donde los elementos más dispares se revelan unidos por relaciones secretas” ; pero no debéis aceptar cualquier invención sin coherencia y mucho menos si su representación no está pictóricamente bien realizada; he visto muchos cuadros surrealistas de un mal gusto que dañan la vista. Imaginación y armonía deben ir de la mano. Observad pues estos cuadros como se valora una pintura realista en cuanto a la parte técnica se refiere, pero teniendo en cuenta al juzgarlo, y esta es la gran diferencia, la dosis de imaginación que la narración pictórica nos aporta.

 

René Magritte, (1898 – 1967)
El placer (1927)
Óleo sobre lienzo, 97×74 cm
Con un surrealismo totalmente nuevo, Magritte, se aparta de los sueños y del psicoanálisis. Para este artista “…lo real es el medio privilegiado para convertir lo convencional en enigma, y por tanto par revelar hasta donde sea posible el misterio allí contenido”

 

Salvador Dalí (1904 – 1989)
Virgen sodomizada, 1954
Una visión del arte al servicio del subconsciente
La ejecución daliniana es impecable, el color sin estridencias, la inventiva compositiva y descriptiva nos atrae hacia el pensamiento más íntimo del artista  ¿Qué nos habrán querido transmitir? Ese interés  intenso en descubrir que obsesiona al espectador es lo que diferencia  a un buen artista surrealista.

El arte abstracto, del que ya he tratado en “¿Arte abstracto o figuración?” escapa ya a toda forma figurativa reconocible, con lo que la “distracción del dibujo” queda fuera de lugar. Es necesario observar la obra desde una perspectiva mucho más intuitiva, quizás más espiritual, olvidando todo aprendizaje adquirido. Únicamente en las buenas armonías y distribución de las formas y líneas podemos apreciar la obra y valorarla. No hay ninguna norma muy diferenciada respecto a las otros estilos (fauvismo, expresionismo, cubismo) para saber apreciarla, simplemente nos gusta o no, como la música o como si de un estampado se tratase, pero no por ello debemos menospreciarla y rebajarla al grado de pintura decorativa; en mi opinión en cualquier estilo se puede al mismo tiempo realizar una buena obra de arte y ser al mismo tiempo una obra decorativa. Yo particularmente aprecio las obras abstractas en las que se percibe que en la distribución de las formas, colores y líneas hay un orden razonado en el que se aprecia una coherencia, un ritmo que el artista ha tenido que meditar, todo ello en combinación con la intuición y el buen gusto nos da la talla del artista; yo desconfío de esos cuadros “gestuales” en los que todo es caótico, en los que no se encuentra ningún orden ni coherencia y todo parece fruto del azar. Creo que el problema del arte abstracto radica en que al no necesitar del dibujo, oficio que debe aprenderse para cualquier otro estilo, ha habido una avalancha de “artistas” que han creído tener un talento innato iniciándose en este arte sin haber subido los peldaños previos y necesarios para llegar hasta el verdadero conocimiento del oficio de la pintura; nada se aprende sin esfuerzo y dedicación. No debemos despreciar a los verdaderos artistas abstractos sino diferenciarlos bien de los que se aprovechan de la confusión que sufren muchos aficionados por culpa de toda la falsa “literatura” y verborrea engañosa existente en el arte.

 

Kandinsky ( 1908), Montaña azul
El motivo casi ha desaparecido en su búsqueda de lo espiritual a través del color. Como se puede apreciar la belleza de las formas y colores son evidentes. Kandinsky está a punto de lograr tras un proceso meditado la supresión total de toda forma reconocible.
Robert Delaunay (1885- 1941)
Prisma eléctrico, 1914
El motivo ya ha desaparecido totalmente, sin embargo se puede apreciar claramente una elaborada organización de las formas y los colores creando unos bellos ritmos musicales que nos evidencian el talento del artista. Nada que ver con la abstracción vulgar y caótica que podemos apreciar desgraciadamente en muchas obras abstractas.

 

Obviamente existen muchos otros estilos y movimientos que derivan de los que he mencionado; el arte es ilimitado, de ahí radica su sorprendente atracción; nunca se acabarán los nuevos creadores que nos deleitan con su propia “caligrafía”, ya que no hay un artista de talento igual al otro. Quizás lo que se me escapa a todo razonamiento artístico y por tanto ni siquiera menciono en este escrito como tema a valorar, es este “arte” tan en boga, tan protegido en la actualidad y desde hace ya más de medio siglo, que yo defino como “ocurrencias vanguardistoconceptuales”. Sobre este asunto, yo mismo y los amigos “Hartistas” ya hemos derrochado mucha tinta. Solo un último consejo: no os dejéis embaucar por la falsa charlatanería de esos “pseudocríticos” especuladores que pretenden injuriar al Arte con semejantes engaños. Fiaos simplemente de vuestro infalible sentido común ya que de esta manera podréis desenmascaralos.

Autor: Guillermo Martí Ceballos via gmarticeballosart

Imagen principal: Jordi Labanda

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